Madre de piel de nácar
de manos fuertes, templadas,
que fueron mi fiel sustento
protegiéndome en mi infancia.
Desde mi niñez temprana
inculcaste en mí el perdón
que en esta vida mundana
fluye necesidad de amor.
La fuerza de tu tesón
de tí hizo guerrera innata
con arrojo y precisión
dominaste con tus armas.
Con ellas fuiste erigiendo
los cimientos de una vida,
un hogar que fue creciendo
con serenidad y dicha.
Tu alrededor se vislumbra
sabiduría en tu alma,
seguridad en tus caricias
sinceridad en tu palabra.
Tus años van demoliendo
lo que a su paso se escapa,
tu corazón redimiendo...
hace acopio de tu estampa.
Fuiste tú mi referencia
como mujer justa y clara,
la honestidad fue tu esencia
aunque la salud fallara.
Madre, siento que muero
cuando pienso en un mañana;
cuando necesite tu voz,
tus caricias, tus palabras...
y solo encuentre la ausencia
de no tener tu mirada.
(Autor de la pintura: Nilo Yepes)
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