(Monumento al minero en Puertollano)
Bajó como cada día
a las entrañas perdidas.
en casa dejó tras un beso
a su esposa adormecida.
Quedaron con la familia
para comer el domingo
rescatar horas perdidas,
y risas con los amigos.
Junto a once compañeros
la oscuridad compartía.
Mientras unos barrenaban
y el mineral extraían...
Otros apuntalaban,
Otros apuntalaban,
el túnel, lo requería.
Algunos iban cargando
en vagonetas, mineral.
o bien transportando piedra
que debían retirar.
Todos ellos hombres fuertes,
todos con una vida,
gente humilde y complaciente
a merced de aquella mina.
De repente se escuchó
hasta el lugar más lejano
un escalofriante temblor
dejando a todos desolados.
El pueblo se despertó
las mujeres, los ancianos…
pusieron su alma y valor
pero el esfuerzo fue en vano.
Llegaron las ambulancias,
los compañeros armados
de herramientas, que con saña
fueron utilizando.
Pero las almas se habían ido
abandonando a su paso
padres, esposas e hijos…
y sueños, ya deshojados.
Es la vida del minero
hundiéndose en el propio fango
injusta y dura sentencia
la que llevan a su paso.
Querían ganarse la vida,
y su vida allí dejaron.